Quinta parte
Enfoques metodológicos usuales
Pese a sus aparentemente grandes diferencias, todas estas corrientes teóricas tienen muchos puntos en común desde el punto de vista metodológico. Esos rasgos comunes, justamente, permiten agruparlas en la gran corriente empírico-analítica, dominante en la investigación científica política de los países occidentales.
Ese acervo común suele ser designado como empirismo, o método empírico general. Se lo puede caracterizar: por la recusación de todo innatismo y la afirmación de la experiencia (en cuanto contacto inteligible con la realidad) como única fuente de conocimientos; por la eliminación de todo planteo metafísico explícito y a priori; y por la exigencia de verificabilidad de todas las proposiciones. También puede mencionarse la construcción de sistemas de conocimientos abiertos y opuestos a todo principio de autoridad.
En la ciencia social contemporánea, la posición epistemológica al parecer dominante es el neopositivismo crítico, cuyo enfoque agrega a los rasgos recién enunciados los siguientes: - La falsación de los enunciados inductivos:no hay que demostrar que un enunciado es verdadero; hay que tratar de demostrar que es falso y considerarlo verdadero mientras logre mantenerse en pié; - No interesa tanto la objetividad de cada científico (que de todos modos será siempre relativa y cuestionable) sino el ofrecimiento de las teorías a la crítica abierta del mundo científico; - La evaluación de las teorías debe hacerse con un criterio de economía y de eficacia: la teoría mejor es la más simple y la más eficaz, la más aplicable en la investigación y en el ámbito social.
Dentro de este esquema general, cada una de las corrientes que hemos mencionado en este capítulo se caracteriza por ciertas particularidades metodológicas: El behaviorismo utiliza desde sus comienzos un paradigma o esquema metodológico proveniente de los estudios psicológicos: el esquema S-R (estímulo-respuesta). Sus desarrollos posteriores, ya en convergencia hacia el enfoque sistémico, originaron el esquema S-O-R (estímulo-organismo-respuesta). El behaviorismo también se caracteriza (aunque no en forma exclusiva) por el empleo de la observación sistemática mediante técnicas psico-sociológicas como el sondeo, la encuesta y la entrevista. Actualmente conserva plenamente su valor, sobre todo como método descriptivo. Tiende a elaborar y manejar solamente conceptos operacionales, o sea conceptos reducidos solo a las propiedades observables de la realidad, propiedades definidas por las operaciones que las verifican.
El estructuralismo se reconoce desde el punto de vista metodológico por su pregunta subyacente: Cómo es el objeto? Cuál es la disposición de sus partes? Los investigadores estructuralistas suelen ser muy conscientes de que la estructura es una construcción racional del pensamiento, y suelen reprochar a los funcionalistas su creencia en la sustantividad de la función. Su método, basado también en la observación sistemática, pero combinada frecuentemente con el uso de analogías lingüísticas, apunta a establecer, en el fenómeno que estudia, los vínculos relacionales entre sus partes y los valores posicionales emergentes.
El funcionalismo también es reconocido por su pregunta subyacente: Qué hace el objeto? Cuál es la función que cumple para su sistema? La mayoría de los funcionalistas la formulan de un modo más detallado y explícito: Cuál es la contribución de un elemento de un sistema al mantenimiento de éste en un estado determinado? Metodológicamente, el funcionalismo apunta a la obtención de explicaciones causales y factoriales, y también tiende a elaborar y utilizar conceptos operacionales.
El enfoque sistémico, en su aplicación a las ciencias sociales, se caracteriza por las construcción de sistemas teóricos o “modelos” abstraídos de la realidad. Esto quiere decir que dichos modelos guardan una relación de correspondencia con la realidad; que no son propiamente reales ni tampoco puramente formales. El enfoque sistémico también se caracteriza por la incorporación de la noción de “proceso,” lo que equivale a decir, de la dimensión-tiempo, ya que un sistema es, entre otras cosas, un “acumulador de tiempo.”
El principal problema metodológico del enfoque sistémico es justamente la construcción de “sistemas abstraídos,” ya que a diferencia de los sistemas reales (como una galaxia o una célula), los sistemas de las ciencias sociales son creaciones analíticas de la inteligencia, cuya correspondencia con la realidad es lo primero que hay que probar.
El enfoque sistémico es metodológicamente más dinámico que el enfoque funcionalista, ya que apunta a describir y explicar dos órdenes fundamentales de procesos: - el mantenimiento del sistema en un estado determinado; - los cambios que se producen en él, ya sean cambios en el sistema (adaptativos) o cambios de sistema (disruptivos).
El enfoque comparativo es, como ya sugerimos en páginas anteriores, un método de control de nuestras hipótesis, generalizaciones, previsiones o leyes, que se utiliza cuando no pueden realizarse experimentos ni controles estadísticos (lo cual es lo más frecuente en Ciencia Política). El control comparado suele hacerse en términos sincrónicos: confrontamos unidades, procesos o instituciones políticas “en tiempos equivalentes”: en general en un “presente” que nos permita obtener los datos que necesitamos, lo que no puede hacerse con el restante método de control -el histórico- en el que sólo se dispone de los datos que se hayan conservado.
El problema central del método comparativo es determinar con precisión qué cosas son comparables. El planteo que desarrolla Sartori a este respecto131 parte de considerar que quien compara no solo busca semejanzas sino también diferencias, y que ambas operaciones son complementarias. En definitiva, propone trabajar por “género próximo” (lo que ambos elementos de la comparación tienen en común, lo similar, lo homogéneo) y por “diferencia específica” (lo diferente, lo heterogéneo, lo propio de cada uno).
En el campo de las explicaciones políticas de base psicológica individual, encontramos originalidad metodológica solamente en el psicoanálisis freudiano y sus derivados, ya que la psicología del estímulo-respuesta usa métodos behavioristas, y la psicología de la gestalt y del campo usan métodos reductibles en última instancia al estructuralismo.
El psicoanálisis, desde el punto de vista metodológico, es un procedimiento de investigación de procesos mentales que serían prácticamente inaccesibles de otro modo. Se trata del llamado “método clínico.” Su discusión en profundidad excede completamente los límites de este trabajo, y ciertamente los de nuestra capacidad, por lo que vamos a dar de él sólo un concepto general.
Metodológicamente, en el psicoanálisis freudiano es posible distinguir tres niveles132: 1. Un método de investigación que esencialmente consiste en volver evidente la significación inconsciente de las manifestaciones de un individuo, en base a las “asociaciones libres” del mismo suje-to, que garantizan la validez de la interpretación.
Un método de cura psicoanalítica, basado en la investigación y caracterizado por la interpretación controlada de la resistencia, de la transferencia y del deseo.
Un conjunto de teorías psicológicas y psicopatológicas que sistematizan los datos aportados por la investigación y el tratamiento. En este tercer nivel es donde se apoyan las concepciones político-sociales y culturales del freudismo.
Se dice que Freud sistematizó los resultados de una prolongada introspección, corroboró esas visiones en sus pacientes y proyectó luego sus resultados en su hobbesiana visión de la sociedad y la política, con fuerza muy sugerente, como hemos visto.
Finalmente, en lo que se refiere al formalismo, desde el punto de vista metodológico el mismo se caracteriza por el empleo de métodos formales, ésto es, derivados de la Lógica formal y de las Matemáticas, los cuales llegan al campo de los estudios políticos principalmente desde el ámbito de la Economía.
Creemos oportuno terminar este resumen sobre los enfoques metodológicos usuales en las teorías empírico-analíticas con algunas reflexiones133 sobre características de las ciencias sociales que configuran su especial dificultad y son fuentes de problemas metodológicos, particularmente notables en estas teorías.
Veamos en primer término el problema del lenguaje, o, mejor dicho, del “condicionamiento lingüístico del pensamiento,” que gravita tanto al construir una ciencia como al comunicarla. La ciencia requiere un lenguaje empírico sistematizado (así como la Filosofía requiere un lenguaje especulativo sistematizado). Ahora bien, hay ciencias sociales que han avanzado mucho en esa sistematización del lenguaje (por ejemplo, la Economía): hay un acuerdo y un orden en sus conceptos fundamentales que permite trabajar acumulativamente en la “ciencia normal” (según la terminología de Kühn) sobre bases estables. Otras ciencias, entre ellas la Política, na han llegado todavía a ese nivel, y experimentan las dificultades emergentes del “desorden lingüístico.”
La sistematización del lenguaje entraña una tarea de elaboración conceptual y de acuerdo sobre sus contenidos, que resuelva en medida apreciable dos problemas básicos: la elaboración científica y la comunicación, problemas del proceso cognoscitivo que Sartori plantea aproximadamente así: – SIGNIFICADOS (que están en la mente) | | | | ambigüedad | hay pocas palabras para | | equivocidad | muchos contenidos | | | PALABRAS (que los expresan) | | | | vaguedad | no marcan los límites y/o | | indetermi- | no discriminan los contenidos | | nación | | | – REFERENTES (cosas observables que los denotan) Otro aspecto vinculado a ésto es la necesidad de perseverar en una misma lógica para la construcción o la comunicación, y no saltar desde la lógica de la identidad y la no contradicción a la lógica dialéctica y viceversa.
Una característica importante de las ciencias sociales se refiere a la relación causa-efecto. En ellas, a diferencia de las ciencias naturales, la CAUSA es condición necesaria pero no suficiente. Dicho de otro modo: dada la causa C, es sólo probable que se produzca el efecto E, debido al rasgo de indeterminación e imprevisibilidad que, en alguna medida, tiene la conducta humana individual y grupal.
Una referencia similar cabe hacer respecto de la relación primero-después. En las ciencias sociales, el efecto puede preceder en el tiempo a la causa, o sea, ser efecto de la espectativa de un acontecimiento.
En páginas anteriores hemos visto que la aspiración al logro de una mayor precisión se traduce con frecuencia en la adopción de vías metodológicas cuantitativas, matemáticas, etc. Respecto de ésto, cabe destacar la importancia de una reflexión de Sartori134 según la cual “…la cuantificación de las ciencias sociales”mide" a lo observado con una medida que no está en ellas, que es una atribución del observador".
Otra reflexión metodológica interesante de Sartori se refiere a la tendencia a considerar “más importante” el método que las técnicas de investigación: “…las dos cosas…son diferentes: necesitamos de ambas, y si una falta, el edificio está manco y amenaza caerse”135.
Según la propuesta de Sartori, si se quiere consolidar el status de “teoría científica” de las ciencias sociales y colmar el vacío metodológico que las afecta, se debe comenzar por sistematizar el lenguaje, lo cual implica: - la formación de conceptos empíricos, evaluables (o sea, validables, invalidables, modificables) mediante observaciones; - el tratamiento adecuado de los conceptos, ya sea en forma disyuntiva (según la lógica de la clasificación); contínua (según la lógica de la gradación); o como organización jerárquica (según una lógica clasificatoria por género próximo y diferencia específica).
El actual status teórico de las ciencias sociales -entre ellas, la Política- es modesto. No existe UNA teoría de la sociedad o de la política, por defecto de instrumentación lingüística o por carencias metodológicas. Lo que existe -en la etapa actual- son teorías parciales, que se desarrollan en el ámbito de una multiplicidad de aproximaciones. El control de los conocimientos, su comprobación o falsación, se realiza en dos instancias: en la investigación (por control estadístico o por control comparado) y en la práctica, o sea por la confirmación de los hechos sociales.